martes, 27 de julio de 2010

“MASCARON DE PROA”

“COMO SE PUEDE SER CONSERVADOR”

La primera condición es un nacimiento prematuro. Debe producirse antes de los siete meses de embarazo. La gestación en el menor tiempo posible y cuidando los gastos superfluos.

Desde el primer minuto de vida es indispensable aprender el idioma inglés. Al año y medio, jugar al tenis y tocar el piano. No usar zapatillas, sino “calzado deportivo”.

A los tres años, jugador de polo y haber cursado el tercer año de abogacía. A los cinco años, haber practicado clases de esgrima y gran jugador de canasta, como asimismo, reconocer la calidad del grano de trigo y técnico en el manejo de la materia del abigeato.

Más tarde, dominar el juego de ajedrez de 180 escaques. Su hábitat, el rico suelo de los recoletos. Sus primeras palabras … ¡ay … vistes! Su lema, siempre hablar bien del pobre, pero, zezeando y con desprecio.

Cumplido este ciclo, pedir la bendición del tata y salir a la cancha a perturbar la vida de sus semejantes. Como hobby, hurtar en los supermercados y decir … ¡ay … se me pegó!.

Luego, proceder como ciclópeos llorones, evadidos de la historia, centrifugados en la apología del no, igual que aquellos que dejaron de sentir el tic tac del golpecito vital.

Inexistentes criaturas que no ocupan espacios. Simples engendros de la Nada. Lacrimosos imberbes productos de la laxitud. Dios deja de ocuparse de ellos al arribo al Cielo, ya que no ocupan lugar ni arrastran sombras a su paso.

El oscuro pasillo de la muerte, muestra el desgastado pico del ininterrumpido tránsito de quienes sistemáticamente se negaron a caminarlo. Siempre una fuerza superior, ajena a los deseos del elegido, se sobrepuso a su voluntad, obligándolo a cumplir ese destino.

Aquel que en vida creyese inmune a ese paso, sobreestimando su capacidad de resistencia, solo pudo mostrar, en el último momento, una mueca de fastidio. El otro, conciente de un final consentido llegó al túnel del tiempo, con el signo de la resignación agradecido por lo bien vivido.

COROLARIO: La vida y la muerte representa el fiel reflejo de un estado incontrolable ajeno a la voluntad propia, transitado en hechos elegidos, con un final inimaginado. El Nadir aguarda a los bandidos; el Cénit a los desposeídos. Los conservadores, aún con coronita, contra su orgullo, no pueden oponerse a seguir igual camino. La única ventaja: en la lápida dirá: “aquí yace el doctor”.

Un guiño: “No me digas quien eres, ven conmigo igual”.
Mefistófeles.

Otro guiño: “La salud dura hasta que se termina, luego Aparece el médico que la acompaña” Atchís

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