sábado, 31 de julio de 2010

"LAVIDA DESDE LA SARCASMOLOGIA"


Como entender el mundo desde la ciencia sarcasmológica. El planeta Tierra no es esférico total, porque nació de parto ayudadp de forceps de los Titanes, para liberarlo de los otros planetas que lo apretaban.

Desde su nacimiento se dedicó a girar y trasladarse. Cambiaba de domicilio constantemente, buscando quien lo acogiera favorablemente.

Huía del Toro por temor a las cornadas. Lo atemorizaba el León. Odiaba al Escorpión. De Virgo desconfiaba. A Piscis se los dejó a los Apósteles, junto con Acuario. A Libra se lo cedió a los ingleses. Con Capricornio no quiso tener problemas por los Sindicalistas. Fue fácil ubicar a Aries, le agregó Buenos y se lo regaló a la Argentina. El mayor disgusto lo tuvo con Cáncer, pues nadie lo quería. Con Géminis dudaba, porque entre ellos se peleaban y no sabía con quien tratar. Por último Sagiotario, único, quien por sí solo se calificaba.

Desprendido de su opresión y mostrando olímpicamente sus chaturas polares el mundo siguió andando, hostigado por las reacciones de sus pares mitológicos que, por envidia, lo condenaron a ser el habitáculo del siniestro ser humano.

Al decir de algunos, todo predador de condición humana tuvo su inicio en la hoy llamada región africana, aunque a muchos estudiosos, socios del club del carbono 14, se les escapó la liebre, producto de la ausencia de indicios pelágicos para determinar el color de piel del primero; ¿pudo ser negro o amarillo?, ¿cuánta incógnita, nó?, ¿o qué tremenda desazón?, o ¿qué hubieran dicho los clasistas detractores, además de haber descendido del mono?, o ¿monada de hombre?, u ¿oh... qué horror?.

Sensaciones utópicas que deja la vida. ¿To be or not to be?

Y el encuentro con el paraíso ¿dónde fue?, allá en el Norte o en dirección al Sur o al Este o al Oeste. ¡Tremenda dilucidación!.

Todo esto no fue en realidad muy importante. Las huelgas ferroviarias, los paros no anunciados de las líneas subterráneas ni los "scioperi" italianos lo podrán predecir, así que hubieron de caminar y caminar para cruzar interminables oasis y Berings, para arribar a la mayor miseria.

¿Qué locas aventuras? Lástima no haber quedado noticias escritas de aquellos audaces y arriesgados primigenios.

Su vínculo con las constelaciones fue muy azaroso. En las regiones volcánicas sus edades y civilizaciones se dividieron en Planta Baja, Sótanos y Subsuelos.

Muchos dirían, con toda razón, que esta mirada de la vida, basada en la oscuridad y en una posición negativa, es el resultado del contratiempo vital. Nada más alejado de la realidad, a cada momento, la luz de la inteligencia y la magnimidad de los otros me proporcionan la felicidad de seguir viviendo y mintiendo mis verdades.

Los objetivos que el poder fija a las sociedades enancadas en la teoría de la media verdad o la verdad sugerida al nivel de constitución intelectual nos condiciona. Las sociedades no se entienden a causa de sus diferentes verdades.

En principio debo confesar que, mi agnosia profundamente enquistada en mi lóbulo parietal izquierdo, me remite a practicar la sarcasmología como medio atemporal, en la consideración de temas propios para la inteligencia del lector circunstancial, libre de esquizofrénicas lucubraciones.

Libre y sin destino, como pluma al viento, desarrollo mi teórica posición respecto a la vida desde una mirada sarcasmológica, como no podría ser de otra manera.

Desde siempre y en todas las épocas ha sido el planeta tierra motivo de arcanas apreciaciones técnicas e intelectuales acerca de su nacimiento, composición y destino. Loado será el Dios Máximo que tanto ha hecho para que nada se entienda, todo se confunda y que si alguien, inocentemente, trata de comprender envuelto febrilmente en los etéreos gases de los efluvios alcohólicos de Baco, logre ser distinguido en el aura melancólica en que se sumergen los filósofos.

Hoy, gracias a la ciencia y al estrato tecnológico es viable trasladarse y ambular por los arcanos paisajes del celeste infinito, pero yo, gracias a todo ese mafnífico adelanto, me zambullo y me acomodo con sumo placer en el asiento esterillado del viejo tranvía que al son del límpido chirrío de vía y el repiqueteo de la campanilla, se desliza alegremente por las avenidas y calles de mis barrios preferidos.

Sarcasmológicamente feliz por la inmensa gratitud que debo al Dios Máximo por permitirme estar.

Chau.

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