domingo, 28 de noviembre de 2010

"Y QUIEN LO DICE" por Yocrates

Por momentos, la pluma se desliza suavemente dibujando ideas florecidas, sorpresivamente, mirando hacia el horizonte apretujado de estrellas y encendido en el rojo chispeante del sol que se oculta a mi deseo, signado su destino de aparecer sonriente e iluminado para otros que lo aguardan en su naciente.
Así es la vida, cuando para unos aclara para otros oscurece. Misterio para el hombre que debe huir de este a oeste y de meridiano en meridiano para captar la luz que a su vida apetece y que la mayor de las veces la apaga su ignorancia.
Huye por no estar en un lugar, sin saber que hacer en el otro, al que ansía llegar. Sufre arraigo y desarraigo al mismo tiempo. Lo contradictorio no está en su afuera sino en su adentro.
Su desconcierto es tal que sin brújula y sin señales en su camino es un peregrino sin destino. Por no haber descubierto su espacio, el viento le impide ver sus tiempos. Camina lentamente pero no llega. Acelera sus pasos y en el menor escollo se atropella. Se levanta y al querer recuperar el tiempo perdido se estrella sin arribar a destino.
Se lamenta, maldice, culpando a quien no lo oye ni contradice y así anda, en busca de algo que no existe. Su orgullo no le permite rendirse, insiste y vuelve a tropezar y caerse.
No dió tiempo a conocer y conocerse. No fue fiel a si mismo. Vivió de su afuera, olvidó cultivar su
adentro. Dió mayor lugar a su tiempo y no creó su espacio que encierra el conocimiento y que lo lleva de un lugar a otro sin perder su tiempo.
Y aquí, en este punto, la pluma se enfurece ante la sorpresa de la indolencia del hombre que no se acerca al conocimiento y permanece inerme aguardando el tiempo para recuperar el espacio perdido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario