lunes, 2 de agosto de 2010

"EL SOPLO"
(Poema dedicado al vigilante de rutas)

Soplando le dió positivo,
casi diez puntos más de lo permitido,
imposible, mi general, le dijo
al cana gringo totalmente ofendido.

Su máquina miente, a mi corazón herido,
pasé tan lejos del wisky como de la leche,
tan solo a mi viejo amigo lo besé seguido,
y de a poco me fuí quedando sin vino.

Flor de rabieta me agarré con el blanco,
damajuana que me tuvo confundido,
por la etiqueta al tinto quedé prendido
y no lo solté por miedo al desencanto.

Por eso, che general, no estoy de acuerdo
con ese aparato falluto que ortiva pasado,
cuando en realidad estoy muy copado
y de haber bebido demás, encantado.

Si querés, mi general, te vuelvo a soplar
y si tengo más de diez me quedo encanutado,
tan solo te pido hermano, reflexionar
y que juntos le demos al tinto enfrascado.

La felicidad, general, es dividir
lo que a uno tanto le gusta,
porque siendo dos, de diez quedan cinco
y el soplar no encanuta a ninguno.

Dale, che general, dejá el soplar a un lado,
que el tinto como en misa, es sagrado,
llename el cáliz sin miedo y al mango,
así consagramos a la salud del Baco.

La uva la portó Noé, en su arca bendecida,
alejándose del agua pecaminosa que contamina
y oxida todo lo que toca enseguida,
por eso es mejor el vino que a todos nos dá vida.

No me hagas soplar de nuevo, general
que los efluvios alcohólicos arrecian
y no deseo permitirme el lujo
de dejar en el camino el bien querido.

Así como el lagar se estremece
ante la carga de la sagrada uva,
el sol resplandece en mi cara
gracias al tinto que el soplar desmerece.

¡Salud, amigo general, brindo por el vino tinto!

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