jueves, 12 de agosto de 2010

"De un casi tigre, nacieron gatitos y éstos trasmutaron en ratitas"

La historia prueba que de grandes actores devinieron débiles sucesores, con mayores ínfulas, y menores aptitudes.
Hechos cercanos lo demuestran.
Del "Duce" un heredero de los tantos fue Agostino Rocca y éste tenía un sueño, construir en la Argentina un "imperio del acero". Convocó a su hijo Roberto, luego fundador de Techint Argentina; le imprimió fuerte impulso; su nieto Paolo, la entreveró en un círculo de oscuros empresarios, incluído su connatural Ratazzi.
Las ratitas juegan más a "destituyentes" que a ejercer el poder con inteligencia, siguiendo las líneas ortodoxas de los antiguos imperios, que demostraron en su acción acaparar poder a fuerza del arte de la guerra.
Los imperios nacieron, se desarrollaron y obtuvieron circunstanciales éxitos y posiciones gracias a sus ejércitos. Al poco tiempo sucumbieron, ahogados de traiciones y vicios. Los imperios fueron guerrerismo; vacuas organizaciones en principios morales y humanos.
Alguno, en la actualidad y en nuestro país, que usó la vía criminal de la fuerza militar como soporte de su desarrollo, amparado en el oportunismo de políticos inescrupulosos, imbuído de la enfermiza y nefasta personalidad arcana, durmiendo sobre el mullido almohadón a los pies del amo, como gato silente, más tarde avenido a "tigre de jaula", hoy despierta y mira azorado que su circunstancial reinado, sólo fue un espejismo del morbo asiático, advirtiendo que su rugido no asusta al gato y que los ratoncitos sólo corren tras el trozo de queso abandonado por otros felinos más astutos y dotados por la naturaleza.
¡Adiós, rey de las tinieblas!, se prendió la luz en tu cuarto oscuro y tus temidas tres tapas ya no tapan.
Solo te queda devolver el almohadón al amo. Al motor de tu esperanza le está fallando el "magnetto"

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