sábado, 16 de octubre de 2010

La rara coincidencia de la no culminación de los hechos más importantes de los últimos tiempos en nuestro país, hace pensar en el aserto de hijos y entenados. Cuando se bucea en la búsqueda de verdades, para dar real satisfacción a familias que han sufrido el latricinio de la descomposición de sus familias, el caso emblemático de las desapariciones físicas de prácticamente una generación de jóvenes y la consecuente de las identidades de sus hijos recién nacidos, el único medio de su reparación recae en la responsabilidad de la justicia y en la más absoluta mayoría con demoras superiores a los 30 años.
Es de una insolencia total y de una mediocridad operativa el accionar del poder del Estado que se representa con el ampuloso apelativo de Suprema Corte de Justicia, que al decir de los resultados de sus fallos, generalmente, no pueden emitir una opinión porque las normas indican que sus inferiores jerárquicos son siempre los destinados a congelar o a disponer de las cosas y de las personas como verdaderos dueños de la verdad y de los tiempos. Un juez puede demorar años en dictaminar, un cajón de su escritorio puede ser el depositario de vidas y bienes y el reclamo a la Suprema Corte no se le considera hasta tanto el amo señor Juez no se disponga decir.
Eso me hace pensar, ¿para qué está la Suprema Corte? Yo sospecho que más que un Poder se ha transformado en un lujoso Palacio de albergue para ancianos. Y además me pregunto: un presupuesto de más de 4.000.000.000.- de pesos son necesarios para dar casa y comida y por hacer nada?
¿Puede llamarse República a una situación de Estado (calamitoso)? El Medio Evo y su estándar
monárquico no sería un poroto en comparación?
Por mucho menos en 1789, los mendigos de París se alzaron con palos y escobas y tomaron la famosa Bastilla.
No llamo a la rebelión, ni está en mi ánimo crear falsas amotinaciones, pero nuestra historia nos demuestra que por pensar distinto algunas bestias uniformadas bombardearon al pueblo matando a mansalva mujeres y niños; muchos otros mataron de hambre al pueblo destruyendo su economía; otros la inflamaron con 4.000% de inflación y otros mucho más perversos los arrojaban vivos de los aviones con las panzas abiertas para que no flotaran y otros los enterraban como N.N. ¿Y de la Justicia que esperamos? Ah... sí plazos legales, argucias leguleyas de los abogados, papeles sellados y depósitos en efectivo en bancos públicos para el mejor mantenimiento? ¡Viva los vendedores de miedo! ¡Mueran los que esperan justicia!
A no deseperar la Justicia es lenta, pero llega; pero el muerto no se entera. ¡Gracias a Dios!

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