miércoles, 14 de abril de 2010

Revista “Nuevos Bancos”. Noviembre 2007. Claudio Lozano, economista y diputado nacional.

Un guiño: “No hay respuesta sin pregunta ni hay éxito sin intento”

Reconstruir el papel del Estado

El Bicentenario nos encuentra con la necesidad de pensar en serio las condiciones que deben hacer posible un proceso de desarrollo capaz de garantizar un escenario de homogeneidad, integración social y equilibrio regional.
La Argentina es un país que hoy exhibe una notoria debilidad productiva, fuertes desigualdades y, al mismo tiempo, fuertes desequilibrios en el interior de su propio territorio. Cómo configurar un desarrollo que resuelva los tres problemas es el desafió del Bicentenario.
Esto supone pensar cómo podemos revertir lo que es una constante de nuestra experiencia histórica y, sobre todo, lo que viene ocurriendo en los últimos treinta años. Me refiero a la dificultad que tenemos como sociedad para poder aprovechar las ventajas de las que disponemos como potencia alimentaria, país productor de hidrocarburos y con la sexta reserva mundial en materia minera.
Si la Argentina pudiera modificar y lograr que estas ventajas no sólo sean ganancias extraordinarias para muy pocas empresas, tendríamos la posibilidad de sostener un nuevo proyecto productivo y de desarrollo para el conjunto de nuestra sociedad.
Esto significa, en primer lugar, dejar en claro que para lo que son las producciones vinculadas con alimento y energía, el punto de referencia de los precios que tienen los productos es el costo de producción local y no los precios internacionales.
Los productos deben tener ganancias normales y las rentas extraordinarias deben ser capturadas por la intervención del Estado, con el objeto de financiar el proceso de desarrollo.
Si pudiéramos capturar una parte importante de las rentas a través de la intervención del Estado, se podrían poner en marcha dos cosas. La primera es comenzar a reparar el daño social acumulado, que la Argentina tiene y que sigue postergando. Esto significa mejorar la situación de cerca de trece millones de argentinos que viven en situación de pobreza e intervenir con políticas específicas sobre la infancia y la juventud, para evitar las condiciones de injusticia e infantilización de pobreza que muestra el país. La segunda es garantizar las crecientes condiciones de calidad y calificación en la fuerza laboral.
Las retenciones son uno de los mecanismos que pueden utilizarse para poder capturar las rentas. En ese sentido, es razonable que se fijen cuando se producen saltos importantes en el precio internacional de productos como la soja, el maíz o los hidrocarburos. Pero no alcanza simplemente con esto, sino que hay que tener una política más integral.
En el ámbito agrícola, ello quiere decir acompañar las retenciones con la reconstrucción de la capacidad de intervención del Estado sobre las bases de la creación de la Junta Nacional de Granos y juntas reguladoras de producciones regionales. Éstas permitirían que se transformen parte de los recursos así recaudados en estrategias específicas que favorecen tanto el desarrollo de los pequeños y medianos productos, como también el de las economías regionales. En el ámbito energético hay que evaluar si nuestro país le conviene seguir exportando, habida cuenta de que el horizonte de reservas es muy reducido. Por lo tanto, habría que tener una política de no exportación y de captura de la renta petrolera sobre la base de captación de la diferencia entre el valor del barril en Argentina versus el precio internacional.
Todo esto tiene que ver con la reconstrucción del papel del Estado, no fijando retenciones, sino interviniendo sobre la base de mecanismo regulatorios y de intervención directa en el proceso.
Estos son los mecanismos que hacen falta para capturar las ventajas que tiene la Argentina. Si se implementaran, tendríamos la capacidad de poder financiar las políticas que nos permitan resolver el daño social acumulado, como políticas que replanteen el esquema provisional o un nuevo sistema de políticas sociales dirigido a garantizar el piso mínimo de derechos y de ingresos que todo hogar debe tener.
Ser capaces como sociedad de apropiarnos de las ventajas que disponemos es el punto crucial que se juega la Argentina frente al Bicentenario. Si no, nos queda seguir pagando el costo como sociedad que se siente en términos de desigualdad, estancamiento y límites al desarrollo.



No quiero meterme en la vida de nadie ¿Será cierto esto? Por que digo lo que digo. Por que no callaré. ¿Por qué vote contra la 125?


Otro guiño: “La venganza es el placer de los dioses; pero la ejecuta el hombre”.

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