sábado, 10 de abril de 2010

Mala praxis política y empresarial

Un guiño: “Soja por soja y diente por diente”

Me pregunto y les pregunto a mis queridos amigos y a mis más queridos enemigos. Que puede llegar a hacer un legislador opositor, además de aquellos que se identifican como TODONO. Supongamos: un disidente, un coalicionista, un doblado roto, un solápado, un dudalista, un carrioñero, un nazisocialista y sus patrones Nonsanto GliFOsato Robocopatel, Tech In Manyatarsa, los Holansuisalemquimiquistas, los Orocobrecologistas, los Bankaretas, los Marritos y los cacahuetes tipo Gordona con los servidores carnilecheros de comodities, si los incorporamos a la reflexión del pensamiento filosófico de ARISTOFANES quien, en el singular Banquete de Plantón, en casa del poeta Agatón, al hacer uso de la palabra acerca del DIOS EROS Y DEL AMOR, en diálogo con Sócrates, allá, en la magnifica Atenas, por el siglo V, antes de Jesucristo, incomodaba a sus iguales expresando:
“Se me ocurre que hasta ahora los hombres no se han dado cuenta en absoluto del poder de Eros; de conocerlo, le levantarían templos y grandiosos altares, y le ofrecerían grandes sacrificios, y nada de esto se hace, aunque sería muy beneficioso, ya que entre los dioses, él es el más amigo de los hombres. Es su protector y su médico, y los cura de todos los males que se interponen entre los humanos y la felicidad absoluta. Voy a intentar dar a conocer el poder de Eros, y queda en sus manos transmitir a los demás lo que vayan a aprender de mis palabras. Es preciso entonces comenzar diciendo cuál es la naturaleza del hombre y qué modificaciones ha ido sufriendo.
Es primer lugar, eran tres los sexos de los hombres y no dos como ahora, el masculino y el femenino; un tercero era común a los dos, y si bien perdura el nombre, el sexo en sí ha desaparecido. Entonces, el andrógeno, era una sola cosa en cuanto su forma y su nombre, que participaba tanto de lo masculino como de lo femenino, mientras ahora sólo subsiste un nombre que ha caído en la ignominia. En segundo lugar, la figura de cada hombre era por completo redonda, la espalda y los costados en forma circular; tenía cuatro brazos, cuatro piernas y dos rostros sobre un cuello redondo, idénticos en todo, y una sola cabeza sobre estos dos rostros, orientados en direcciones opuestas, y también cuatro orejas, dos órganos sexuales, y así sucesivamente. Caminaba erecto en las dos direcciones que quisiera; y cada vez que se lanzaba a la carrera, de la misma forma que los saltimbanquis dan vueltas haciendo girar las piernas hasta alcanzar la posición vertical, avanzaba dando vueltas apoyando en los ocho miembros que tenía. Los tres sexos tenían estas características por la siguiente razón: el masculino es un principio que desciende del sol; el femenino, de la tierra; y la luna produce el que participa de ambos, porque también es compuesto de los dos. Y era esféricos ellos mismos, porque recibieron su forma y su manera de moverse de estos principios. Eran fuertes y vigorosos y los animaba una gran arrogancia, a tal punto que atentaron contra los mismos dioses. Concibieron la idea de escalar al cielo y combatir a los dioses, como dice Homero de Efialtes y de Oto. Entonces Zeus examinó con los otros dioses la que debía hacerse con ellos. El problema no era nada sencillo. Los dioses no querías matarlos ni extinguir su raza, como había pasado antes con los gigantes, a quienes había fulminado con sus rayos, porque entonces pondrían fin al culto y a los sacrificios que los hombres les ofrecían; por otro lado, no podían permitir semejante insolencia. Después de hondas cavilaciones, Zeus reflexionó de la siguiente manera: Creo haber encontrado la forma de conservar a los hombres y volverlos mas dóciles, disminuyendo sus fuerzas. Los separaré en dos, así se volverán débiles y además aumentaremos el número de los que nos sirven; marcharán rectos, sosteniéndose en dos piernas, y si después de este castigo continúan manteniendo su soberbia impía y no quieren permaneces en reposo, los volveré a dividir y se verán obligados a andar en un solo pié, como los que bailan sobre odres en la fiesta de Caco.
Después de pronunciar estas palabras Zeus hizo la separación tan como la había resuelto, y lo hizo de la misma forma en que se cortan los huevos para echarles sal. De inmediato ordenó a Apolo que les curase las heridas y colocase el rostro y la mitad del cuello del lado de donde se había hecho la separación, con el fin de que al ver el efecto del castigo, se volviesen más modestos. Apolo puso el rostro del lado indicado, y juntando las tiras de piel sobre lo que nosotros llamamos vientre, lo cosió como si fuera una bolsa cerrada, y dejo en el centro una abertura, la que llamamos ombligo. El resto de los pliegues los alisó y conformó el pecho como un instrumento semejante al que usan los zapateros para suavizar la piel de los zapatos en la horma, y solo dejó algunas arrugas sobre el vientre y el ombligo, a modo del recordatorio del castigo. Una vez divididas, cada mitad buscaba desesperada a la otra mitad de la que habían sido separadas, y al encontrarse ambas, se abrazaban y se unían anhelando la antigua unidad, con tal ímpetu que una vez abrazadas perecían de hambre e inmovilidad, ya que no querían hacer nada sin la otra. Cuando una de las dos mitades moría, la sobreviviente buscaba otra y volvía a unirse, ya fuese la mitad de una mujer entera o la mitad de un hombre, de forma tal que la raza iba extinguiéndose. Pero Zeus no compadeció e ingenio otro recurso; puso adelante los órganos genitales, ya que al estar atrás se derramaba el semen por fuera, en la tierra. Entonces la concepción paso a hacerse mediante la unión de lo masculino y lo femenino; si en el abrazo se encuentran hombre y mujer, engendran y siguen perpetuando la especie, y si se encuentra hombre con hombre, hay al menos saciedad, y después de descansar, pueden prestar atención a sus labores y se ocuparan de las demás cosas de la vida. De ahí proviene el amor que naturalmente nos profesamos unos a otros, ya que nos recuerdan nuestra primitiva naturaleza y se esfuerzan por reunir las dos mitades y restablecernos en nuestra antigua perfección. Cada uno de nosotros no es más que la mitad de un hombre, separada del todo como se divide un lenguado en dos. La mitad busca siempre su mitad. Los hombres que provienen de esos seres que se llamaban andróginos aman a las mujeres, y la mayor parte de los adúlteros pertenecen a esta especie, así como también las mujeres que aman a los hombres y las adúlteras. A las mujeres que provienen de la separación de las mujeres primitivas no les llama la atención el hombre y se inclinan hacia la mujer; a esta clase pertenecen las lesbianas. De igual modo, los hombres que provienen de la separación de los hombres primitivos se inclinan por el sexo masculino. Siendo jóvenes, aman a los hombres, se complacen durmiendo junto a ellos, estrechados en sus brazos. Son los mejores entre los adolescentes y los adultos, ya que son de una naturaleza mucho más viril. Injustamente se les echa en cara que viven con desvergüenza, pero en verdad, están dotados de un alma fuerte, valor y carácter viril, y por lo tanto buscan a sus semejantes. Y la prueba de ello es que con el tiempo son los mejores para los asuntos públicos. Cuando se hacen hombres, aman a los muchachos, y no se preocupan por el matrimonio ni la procreación de los hijos por su natural interés sino obligados por la ley, ya que les alcanza con pasarse la vida juntos en celibato. Las personas de tal naturaleza se hacen amantes de los muchachos y amigos de sus amantes, ya que se inclinan por aquello que les resulta compatible. Cuando el que ama a los jóvenes o cualquier otro amante encuentra su mitad, el amor y la amistad los une de un modo tan pleno que ya no quieren volver a separarse. Estos hombres, de pasar la vida juntos, no podrían decir lo que piden del otro, porque si encuentran ten hermoso vivir así, no se puede pensar que sea por el placer de la unión sexual. Es claro que el alma desea otra cosa superior, que no puede expresar, pero que adivina y da a entender. Y si estando acostados juntos se les presentara Hefesto con los instrumentos de su arte y le dijera: Hombres, ¿qué es lo que quieren uno del otro?, y si al no saber qué contestar, continuase diciendo: lo que quieren ¿no es estar de tal manera unidos que un de día ni de noche estén el uno sin el otro? Si así lo desean, voy a fundirlos en una sola persona, de modo que mientras vivan lo hagan como una sola persona, y al morir, en la muerte misma sigan reunidos como uno solo. Consideren si esto es lo que quieren y si esto puede hacerles alcanzar la más completa felicidad. Den por seguro que si Hefesto les dijera estas palabras, ninguno de ellos lo desmentiría, convencidos de que el dios expresaba en sus dichos lo que anida en el fondo de sus almas; es decir, el deseo de estar unido y confundido con el objeto amado hasta no ser más que un solo ser. La causa de es que nuestra naturaleza primitiva era una y formabamos un todo completo, y el amor es el deseo de obtener ese antiguo estado. Primitivamente, he dicho, éramos uno, en castigo por falta cometida nos separó dios, como fueron separados los arcadios por los lacedemonios. Está vigente el temor de que si cometemos una segunda falta contra los dioses, seamos divididos nuevamente y vayamos de aquí para allá a la manera de los que están esculpidos de perfil en los bajorrelieves, que tienen medio semblante, o como los dados cortados por la mitad. Es preciso que todos nos exhortemos a honrar a los dioses para evitar castigos y volver a nuestra unidad primitiva guiados por Eros.”

COROLARIO: Les servirá a los TODO NO, hacer un ejercicio mental e intelectual, acerca de reflexiones de ARISTOFANES, para acercarse a los humanos como humanos o preferirán ser fulminados por Zeus como hizo con los Gigantes. ¿Se apiadarán los dioses de estos seres por las faltas cometidas o los volverán a su naturaleza primitiva de estructura esférica?
Si se creen Gigantes ¡Cuidaos!

Otros guiños:
“Si quieres matar a un banquero apúntale al bolsillo, porque
si le pegas en el corazón lo hieres levemente”.

“¿Qué le sucedería al hombre si la pugna de la izquierda con la derecha se produjera en su propio cuerpo? ¿Hacia dónde se dirigiría?"

Otro si: Los párrafos o frases subrayados me pertenecen.

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